"Mi vestido cuelga aquí"

"Mi vestido cuelga aquí"
Frida Kahlo - 1933

domingo, 16 de diciembre de 2012


El Capital- Costa Gavras- 2012



El Robin Hood de los tiempos modernos

“Robar a los pobres para darles a los ricos”, tal es el lema del protagonista de El Capital, la última película de Costa Gavras.   Dicho banquero, lleno de cinismo, dice de sus accionistas, “Son como niños...”, pero las altas políticas financieras no son un juego de niños.

En algunas ocasiones el director nos muestra en forma de imagen casi cómica, los impulsos que atraviesan al protagonista. Impulsos que sacrificará en pos de mantener una cierta imagen.

Ventas fraudulentas de bancos, localizaciones ilegales de capitales y otras tantas operaciones que se escapan al mediano conocimiento de una persona lega, se suceden en un ritmo trepidante  hacia el objetivo principal, tener más y más dinero.

Cuando se le pregunta a Marc Tourneuil, el banquero en cuestión,  si no le importa el respeto, dice que no, lo que le importa es la acumulación de capital. ¿Para qué?  Para que lo respeten, dirá. Tal es el horizonte de valores que se observa.

Y en el medio, su vida. Un hijo adolescente al cual no puede acceder enfrascado como está en el último video-juego y que no se inmuta por la nueva tarjeta de crédito que le da el padre, con un límite, claro está, de mil euros. Y su mujer, a la cual le resulta obsceno ponerse un vestido de 22.000 euros, pero que finalmente se lo pone bajo coacción de su marido.

Viajes por todo el planeta, últimas tecnologías, gastos astronómicos,  algo de sexo y droga enmarcan las maniobras de los personajes.

Quizás la película muestra a los franceses como los buenos y a los norteamericanos como los villanos, pero esto es un detalle en comparación con la maestría de plasmar el mundo de los grandes negociados que son indiferentes ante el dejar sin empleo a miles de personas mientras puedan obtener ganancias de estas estrategias.

Esta película no es un documental, al estilo de los de Michael Moore, es una historia de cine, pero se parece mucho al trasfondo que pudiera estar detrás de  lo que la prensa muestra en el día a día.






Lectura de vacaciones


A veces apetece leer algo entretenido pero que nos deje alguna inquietud, que movilice algo dentro nuestro. No todo son los clásicos o la “literatura” como palabra mayor. Los  “best-sellers”, tan denostados por ciertas personas,  también pueden ser un recurso para enriquecernos a través de la lectura. Seguramente los habrá buenos y malos, depende de 
quien critica y de la persona que lee según su momento existencial.

Gracias al formato e-pub, se pueden conseguir libros gratuitos para descargar bajo la forma de e-books. La oferta es muy amplia y por casualidad, o no, he leído dos libros con dos historias, dos tiempos, dos lugares, totalmente diferentes pero que sin embargo han mostrado algunas coincidencias significativas.

Una de las novelas, trata de un personaje que empeña su vida en intentar  conocer las enfermedades y su posible cura en plena Edad Media. No sólo es interesante la descripción de un Londres  pestilente y enfermante y el oscurantismo que en él reinaba con respecto a la ciencia médica, sino que podremos ir conociendo a través de sus páginas,  muchos aspectos de otras culturas, básicamente la judía y la musulmana. Es un libro romántico y con aventuras que habla de la búsqueda de la verdad, de la identidad y el choque de culturas.

La otra novela, escrita esta vez por una mujer, nos interna en el corazón de Kenia. También a través de un personaje ligado a la medicina, una doctora inglesa, podremos ver la apropiación de las tierras y el intento de destrucción de la cultura nativa por parte de los europeos, a través de un relato que abarca desde fines de la primera guerra mundial hasta las postrimerías del siglo XX.
Las tradiciones y la forma de vida de los kikuyu, tan extrañas a nosotros y tan condenables como la ablación genital femenina, se muestran en la novela con otra mirada. Una mirada desde alguien africano y de color blanco. De nuevo aquí lo cultural, el arraigo,  al  lado del etnocentrismo europeo y la codicia de poder y de dinero.

“El médico” de Noah Gordon y “Bajo el sol de Kenia” de Bárbara Wood pueden ser, a pesar de su longitud y quizás por ello también, pues exceden cada uno las 700 páginas, excelente compañía para un tiempo de relax que no necesariamente debe ser frívolo y anodino.